sábado, 4 de junio de 2011

HUMILDAD Y SENCILLEZ


Humildad y sencillez

Quien es polvo a los pies de alguien
está cerca de Dios.

La bondad y la grandeza están en la sencillez,
no en la riqueza.

El orgullo destruye por completo al ser humano.
Lo puede constatar cualquiera en cualquier momento.

En cambio, la modestia y la humildad son provechosas
y buenas para el crecimiento de la persona.

La presunción
es la raíz de todas las dificultades.

¿Quién puede asignar un lugar más humilde
a quien ha tomado asiento en el suelo?

¿Y quién puede hacer esclavo
a quien se ha hecho esclavo de todos?

El ser humano se avergüenza cuando comete una
injusticia.

En cambio, cuando obra el bien, quiere que todos lo
sepan. ¿Por qué?

¿Puede haber mayor miseria que la de fijarnos
exclusivamente en nuestras virtudes y alabarlas ante
los demás?

Ver en los demás únicamente sus faltas es aún más
miserable que alabar los méritos propios.

Debemos prestar siempre oído a la crítica de nuestros
defectos y fallos, y nunca al elogio.

Encubrir la ignorancia significa acrecentarla.

Por el contrario, reconocerla humildemente permite
esperar que se reduzca.

Si eres verdaderamente humilde, jamás, ni siquiera
en sueños, pensarás despectivamente de quienes no
aceptan tener las mismas limitaciones que tú.

Nosotros no somos mejores que nadie:
este pensamiento rebosa verdad y humildad.


Sólo es digno de imponer un castigo
aquel cuyo juicio es infalible.

¿Y quién es así, fuera de Dios?

¿Cómo podemos superar las tinieblas del egoísmo?
Con la luz de la máxima humildad.

La luz del conocimiento jamás podrá iluminar a los
orgullosos.

A una persona sólo se la reconoce realmente
en la humildad de su espíritu.

«El hombre de Dios es complaciente y generoso
con los que padecen, y su espíritu no se ve afectado
por el orgullo».

Si Dios anima todo cuanto hacemos, ¿qué sentido
tiene entonces el orgullo?

La humildad es ineficaz
cuando es mera simulación;
y lo mismo podemos decir de la sencillez.

La sencillez no puede fingirse;
tiene que estar entretejida
en la naturaleza del ser humano.


La humildad de una persona humilde por naturaleza
es como el agua, que fluye naturalmente hacia
abajo como una bendición para el mundo.


de QUIEN SIGUE EL CAMINO DE LA VERDAD NO TROPIEZA
Mahatma Gandhi


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